Regina Bolaños, reflexiones acerca de la innovación.
Quisiera comenzar hablando de la visión sobre la
revolución industrial de la que se habla y sus detractores. Ciertamente me
vienen a la cabeza muchos ejemplos en los que el hombre temía el progreso, y es
por todos conocido casos como el de Galileo, que hasta fue casi demonizado por
decir locuras como que “la Tierra era redonda”. Y es que el hombre, habitualmente,
desconfía y teme lo desconocido que; la mayor parte de las veces; viene a ser
algo nuevo.
Aquí es donde quisiera detenerme en especial, en el
concepto de “nuevo”. Parece claro que hoy en día poco se puede lanzar al
mercado como completamente nuevo e innovador. Es por esto que; retomando una
idea muy importante del texto, me gustaría profundizar brevemente en el tema de
la innovación.
Innovar no es crear algo completamente nuevo y de la
nada. Innovar es quizá el mejor proceso de transformación, tanto social como
industrial, tanto a nivel de mercado como a nivel personal. Nuestro ambiente,
nuestra personalidad, casi cualquier ámbito de nuestra vida y sociedad,
evolucionan. Nuestra vida; podríamos decir; es innovación y evolución.
Es difícil que en un mercado en demasiadas ocasiones
sobreexplotado se pueda encontrar un producto o servicio fuera de todo lo
conocido. Podríamos casi decir que todo deriva de algo, y aunque no quisiera
caer en tópicos; es bastante cierto que “todo está inventado”. Y si no, al
menos, casi todo. Y justo aquí es donde toma especial relevancia el papel del
diseñador. No como un simple instrumento de creación, sino como un verdadero
buscador e investigador. Es en este punto donde también destacaría otra de los
aspectos más importantes del texto; el inmenso valor del conocimiento y las
disciplinas que discurren en paralelo al desempeño del diseñador. El buen
diseñador no ha de ser el mejor en su ejecución, sino el mejor desarrollando un
producto bien fundamentado a través de su investigación y observación.
Quizá alguno estemos llamados a crear un nuevo producto
que jamás se vio, pero; dado que parece bastante complicado que nos convirtamos
en inventores desde la nada; nuestro verdadero valor y buen trabajo radica
precisamente en saber leer todos los factores que configuran la eficacia,
efectividad, practicidad y demás características de un producto. No todo es
diseñar, hay que conocer.
El buen diseñador debe saber lo que el mercado quiere, lo
que cada sector demanda, lo que su cliente necesita, desde lo general a lo
concreto. Debe saber qué elemento aporta mayor valor a su producto o servicio,
qué necesita cada quién y por qué. Debe tener en cuenta siempre disciplinas paralelas,
tratar de tener en cuenta todo lo que importa a la hora de desarrollar sus
ideas. No importa un bonito diseño carente de todo lo demás. Es importante
saber cuál es el futuro de su idea, de dónde proviene, a quién destinarla, cómo
desarrollarla mejor, etc. No importa sólo una buena apariencia o buena calidad,
lo importante es que aporte algo valioso para el usuario, que cubra todas las
necesidades posibles y no que sólo sea un objeto de exhibición.
Me gustaría terminar diciendo que ésta es una difícil
tarea por lo compleja que puede llegar a ser, pero sólo desde una perspectiva
global y completa se puede afrontar la creación de algo que realmente merezca
la pena.
Comentarios